Roberto Arlt:
Sesenta años después de la muerte del escritor argentino
su obra sigue estando vigente
por David Taranco
Cuando se cumplen sesenta años de la muerte de Roberto Arlt, la obra del
"cronista de lo cotidiano" argentino emerge, paradójicamente, como un retrato
vivo y fidedigno de la sociedad porteña de principios del siglo XXI. En medio de la
agónica crisis económica que atraviesa el país y entre el estruendo de los cacerolazos,
los escritos de Arlt han de cobrar una vigencia inusitada y servir para entender, un poco
mejor, la idiosincrasia del pueblo argentino.
Hijo de un inmigrante prusiano y una
italiana de Trieste, Roberto Arlt nació en el barrio de Flores, en Buenos Aires, el 2 de
abril de 1900. Inventor frustrado además de escritor, criticó en sus obras (novelas,
cuentos, teatro, ensayos, artículos periodísticos) la hipocresía de una parte de la
sociedad argentina y la decadencia de sus instituciones. Denunció con dureza el
capitalismo, la corrupción, la guerra..., y dio la palabra a todos aquellos a los que la
crisis económica y la Ley de Residencia de 1902, que permitía la expulsión del país de
cualquier individuo de aspecto sospechoso, habían empujado a la marginalidad y a buscarse
la vida con la imaginación como única arma.
En las novelas de Arlt, así como en sus famosas
"aguafuertes porteñas", aparecidas en el diario "El Mundo" desde 1926
hasta su muerte, rufianes, falsificadores, trabajadores explotados, prostitutas y
borrachos adquieren el protagonismo que la sociedad les niega, y lo hacen expresando sus
sueños, deseos y miedos en un idioma particular, la jerga de las clases marginales o
lunfardo.
"Escribo en un idioma que no es propiamente el
castellano", respondió en una ocasión el autor de "El juguete rabioso"
cuando se le preguntó por las críticas que recibía a causa de su estilo tosco y de sus
imperfecciones gramaticales. Lo cierto es que a Arlt poco o nada le importaban las
críticas de "esas personas que se sientan en un mullido sillón sin otro cometido
que hablar mal del prójimo", como vino a decir, más o menos, en una de las raras
entrevistas que concedió, más preocupado por describir la vida en las calles de Buenos
Aires.
Sin embargo, el mérito de Arlt reside precisamente en
haber sabido relatar sin tapujos la vida de esa gran mayoría de argentinos que no cuenta
con un "depósito" en dólares bajo el colchón de su casa.
Arlt, que murió en 1942 de un ataque cardíaco,
vivió una época no muy distinta a la actual. Cuando el autodidacta escritor publicó su
primera novela en 1926, "El juguete rabioso", las exportaciones argentinas de
carne y de trigo andaban en caída en picado mientras el desempleo y la deuda pública no
dejaban de aumentar. ¿No les suena familiar?
Pero esa pobreza que Arlt conoció desde su infancia,
pronto hubo de abandonar los estudios para ponerse a trabajar, marcó, además de su
creación literaria, un desaforado afán por hacerse rico, fruto del cual son los
múltiples inventos que ideó y que siempre terminaron fracasando, como las célebres
medias de caucho reforzado, que entre otros calificativos recibieron el sobrenombre de
"botas de bombero". En fin, una de esas contrariedades, denuncia del capitalismo
y búsqueda de la riqueza, de las que nadie está excluido y que en el caso de Roberto
Arlt le llevaron a montar incluso un laboratorio químico de investigación en Lanús.
Con su muerte Argentina perdió al creador de la
novela urbana y a un auténtico "cronista de lo cotidiano" que habló de lo
nunca nadie antes había hablado, que denunció lo que pocos antes se habían atrevido a
denunciar, y todo por medio de su pluma transgresora e irreverente. Sesenta años después
de su muerte, ha llegado la hora de recuperar al gran escritor que fue Roberto Arlt, capaz
de dejarnos testimonios de la vida misma como éste, extraído de "Los siete
locos".
Tenés razón... el mundo está lleno de turros, de
infelices... pero ¿cómo remediarlo? Esto es lo que a mí me preocupa. ¿De qué forma
presentarle nuevamente las verdades sagradas a esa gente que no tiene fe?
Pero si la gente lo que necesita es plata... no
sagradas verdades.
No, es que eso pasa por el olvido de las Escrituras.
Un hombre que lleva en sí las sagradas verdades no lo roba a su patrón, no defrauda a la
compañía en que trabaja, no se coloca en situación de ir a la cárcel del hoy al
mañana.
Luego se rascó pensativamente la nariz y continuó:
Además, ¿quién no te dice que eso no sea para bien?
¿Quiénes van a hacer la revolución social, si no los estafadores, los desdichados, los
asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te
creés que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?
De acuerdo, de acuerdo... pero, en tanto llega la
revolución social, ¿qué hace ese desdichado? ¿Qué hago yo?
Roberto Arlt es autor de las novelas: "El
juguete rabioso", 1926; "Los siete locos", 1929; "Los
lanzallamas", 1931; "El amor brujo", 1932; las obras de teatro:
"Trescientos millones", 1932; "Saverio el Cruel", 1936; "El
fabricante de fantasmas", 1936; "La isla desierta", 1937;
"África", 1938; "La fiesta de Hierro", 1940; y numeros cuentos,
relatos y ensayos recogidos en: "Aguafuertes porteñas", 1933; "El
jorobadito", 1933; "Aguafuertes españolas", 1936; "El criador de
gorillas", 1941. Asimismo, muchos de sus escritos han sido llevados al cine, un arte
por el que Arlt sentía una gran admiración.
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